Cuentos MedicinalesBienvenidos a este espacio donde a través de los cuentos, las narraciones y las historias, podremos encontrar soluciones, respuestas y visiones del mundo que nos pueden ayudar a tomar decisiones, tener claridad o simplemente disfrutar un momento agradable.
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Compasión
Upagupta, el discípulo de Buda, se encontraba dormido sobre la tierra, cerca del muro de la ciudad de Mathura.
Todas las luces estaban apagadas, todas las puertas cerradas y todas las estrellas escondidas bajo el cielo sombrío de agosto.
¿De quién eran los pies con brazaletes en el tobillo que tintineaban y le tocaban el pecho de repente?
Se despertó sobresaltado y la luz de la lámpara de una mujer iluminó sus ojos indulgentes.
Era la bailarina, llena de joyas brillantes, vestida con un manto azul pálido, embriagada con el vino de su juventud.
Ella bajó la lámpara y él vio su rostro joven, austeramente bello.
“Perdóname joven asceta”, dijo la mujer, amablemente “ven a mi casa, la tierra polvosa no es una cama apta para ti”.
El joven asceta respondió: “Mujer, sigue tu camino: cuando sea el momento apropiado iré hacia ti”
De repente, la noche oscura mostró un destello de relámpago.
La tormenta retumbó desde la orilla del cielo y la mujer tembló por el temor a algún peligro desconocido.
No había pasado ni un año.
Era el anochecer de un día de Abril, en primavera. Todas las ramas de los árboles al borde del camino estaban en floración.
A lo lejos, flotaban las alegres notas de la flauta, en el tibio aire de la primavera.
Los ciudadanos se habían ido al bosque, al festival de las flores.
La luna llena se contemplaba en medio del cielo, sobre las sombras del pueblo silencioso.
El joven asceta caminaba por la calle desierta, mientras que por encima de su cabeza, los cuclillos enamorados emitían una queja continua desde las ramas del árbol de mango.
Upagupta pasó por las puertas de la ciudad y se detuvo cerca de la base del muro.
¿Era una mujer la que yacía a sus pies, en la oscuridad del huerto de mangos?
Afectado con negra pestilencia, su cuerpo estaba cubierto de llagas de viruela.
Le habían sacado rápidamente del pueblo para evitar su venenoso contagio.
El asceta se sentó a su lado, colocó la cabeza de ella sobre sus rodillas, humedeció sus labios con agua y untó su cuerpo con bálsamo de sándalo.
“¿Quién eres tu que te apiadas de mi?”, preguntó la mujer.
“Por fin llegó el momento de visitarte y aquí estoy” contestó el joven asceta.
(Tomado del libro: Cómo Crear Salud)
Todas las luces estaban apagadas, todas las puertas cerradas y todas las estrellas escondidas bajo el cielo sombrío de agosto.
¿De quién eran los pies con brazaletes en el tobillo que tintineaban y le tocaban el pecho de repente?
Se despertó sobresaltado y la luz de la lámpara de una mujer iluminó sus ojos indulgentes.
Era la bailarina, llena de joyas brillantes, vestida con un manto azul pálido, embriagada con el vino de su juventud.
Ella bajó la lámpara y él vio su rostro joven, austeramente bello.
“Perdóname joven asceta”, dijo la mujer, amablemente “ven a mi casa, la tierra polvosa no es una cama apta para ti”.
El joven asceta respondió: “Mujer, sigue tu camino: cuando sea el momento apropiado iré hacia ti”
De repente, la noche oscura mostró un destello de relámpago.
La tormenta retumbó desde la orilla del cielo y la mujer tembló por el temor a algún peligro desconocido.
No había pasado ni un año.
Era el anochecer de un día de Abril, en primavera. Todas las ramas de los árboles al borde del camino estaban en floración.
A lo lejos, flotaban las alegres notas de la flauta, en el tibio aire de la primavera.
Los ciudadanos se habían ido al bosque, al festival de las flores.
La luna llena se contemplaba en medio del cielo, sobre las sombras del pueblo silencioso.
El joven asceta caminaba por la calle desierta, mientras que por encima de su cabeza, los cuclillos enamorados emitían una queja continua desde las ramas del árbol de mango.
Upagupta pasó por las puertas de la ciudad y se detuvo cerca de la base del muro.
¿Era una mujer la que yacía a sus pies, en la oscuridad del huerto de mangos?
Afectado con negra pestilencia, su cuerpo estaba cubierto de llagas de viruela.
Le habían sacado rápidamente del pueblo para evitar su venenoso contagio.
El asceta se sentó a su lado, colocó la cabeza de ella sobre sus rodillas, humedeció sus labios con agua y untó su cuerpo con bálsamo de sándalo.
“¿Quién eres tu que te apiadas de mi?”, preguntó la mujer.
“Por fin llegó el momento de visitarte y aquí estoy” contestó el joven asceta.
(Tomado del libro: Cómo Crear Salud)
CUENTO MEDICINAL
CUIDA
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CUIDA
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Cuida tus pensamientos; porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras; porque se volverán acciones.
Cuida tus acciones; porque se harán costumbre.
Cuida tus costumbres; porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter; porque formará tu destino
Y tu destino será tu vida misma.
(Ghandi)
Tomado del libro Aplícate el cuento
Cuida tus palabras; porque se volverán acciones.
Cuida tus acciones; porque se harán costumbre.
Cuida tus costumbres; porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter; porque formará tu destino
Y tu destino será tu vida misma.
(Ghandi)
Tomado del libro Aplícate el cuento
CUENTO MEDICINAL
NARADA Y EL CIELO: (UN CUENTO PARA MOMENTOS DE CRISIS EMOCIONAL)
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NARADA Y EL CIELO: (UN CUENTO PARA MOMENTOS DE CRISIS EMOCIONAL)
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Cuentan que hace mucho tiempo Narada le dijo a Dios: "Oh Señor, sería algo bueno si los mortales vienen a vivir en los cielos. ¿Por qué no les permites venir? Están sufriendo mucho y deberías derramar tu gracia".
Dios sonrió y dijo: "Bien Narada, te autorizo para que todos aquellos que quieran venir contigo vivan aquí''.
Narada se sintió muy feliz de que Dios le permitiera liberar a muchas almas de sus sufrimientos.
Así que cuando llegó a este mundo mortal, estuvo por todas partes, finalmente fue a donde estaba una cerdita que parecía sufrir mucho y le preguntó si quería venir al cielo. Ésta le contestó a Narada: ''¿Podría yo tener muchos hijos en el cielo?'' Y él respondió: ''¿Y para qué quieres preocuparte por hijos? En el cielo no hay nada de eso''.
La cerdita entonces preguntó: ''¿Dime, en el cielo conseguiré mucha basura para comer?'' Narada contestó: ''Mira, si tuvieras que comer basura allá, no sería el cielo. sería mejor que te quedaras aquí''.
Escuchando esto, la cerdita se enojó tánto con Narada que empezó a perseguirlo diciéndole: ''eres un tonto y estás tratando de engañarme. ¿Cómo puedes llamar a un lugar 'CIELO' donde no se tienen hijos y no se puede obtener basura para comer?''.
Así, Narada regresó triste donde Dios. No pudo traer ni una sola alma del mundo a vivir en el cielo. Entonces Dios le peguntó: ''¿Narada que sucedió? ¿Por qué no trajiste a alguien?'' Él contestó: ''Señor, ¿Qué puedo decir? A donde quiera que fui en el mundo, ví sufrimientos. Una persona sufre porque no tiene un buen trabajo; otra sufre porque sí tiene un buen trabajo, pero no está satisfecha con él; otra sufre porque ha prestado dinero y no se lo devuelven; otros sufren porque han pedido prestado dinero y no lo pueden devolver; algunas personas son infelices porque están casadas; otras porque no han encontrado a alguien para casarse.
De una u otra manera, todos sienten que les falta algo para ser felices, pero nadie quiere abandonar los apegos del mundo y vivir en el cielo''.
Éste es un cuento, pero ¿Cuál es la realidad?
Cuando tenemos problemas o alguna crisis, externamente decimos que queremos cambiar nuestra situación, pero nos falta tener la firme convicción y la confianza necesaria para cambiar nuestra vida.
(Tomado del Libro: La Joya de la Felicidad. 1986. Ajaib Singh)
Nos vemos en el próximo capítulo...
Dios sonrió y dijo: "Bien Narada, te autorizo para que todos aquellos que quieran venir contigo vivan aquí''.
Narada se sintió muy feliz de que Dios le permitiera liberar a muchas almas de sus sufrimientos.
Así que cuando llegó a este mundo mortal, estuvo por todas partes, finalmente fue a donde estaba una cerdita que parecía sufrir mucho y le preguntó si quería venir al cielo. Ésta le contestó a Narada: ''¿Podría yo tener muchos hijos en el cielo?'' Y él respondió: ''¿Y para qué quieres preocuparte por hijos? En el cielo no hay nada de eso''.
La cerdita entonces preguntó: ''¿Dime, en el cielo conseguiré mucha basura para comer?'' Narada contestó: ''Mira, si tuvieras que comer basura allá, no sería el cielo. sería mejor que te quedaras aquí''.
Escuchando esto, la cerdita se enojó tánto con Narada que empezó a perseguirlo diciéndole: ''eres un tonto y estás tratando de engañarme. ¿Cómo puedes llamar a un lugar 'CIELO' donde no se tienen hijos y no se puede obtener basura para comer?''.
Así, Narada regresó triste donde Dios. No pudo traer ni una sola alma del mundo a vivir en el cielo. Entonces Dios le peguntó: ''¿Narada que sucedió? ¿Por qué no trajiste a alguien?'' Él contestó: ''Señor, ¿Qué puedo decir? A donde quiera que fui en el mundo, ví sufrimientos. Una persona sufre porque no tiene un buen trabajo; otra sufre porque sí tiene un buen trabajo, pero no está satisfecha con él; otra sufre porque ha prestado dinero y no se lo devuelven; otros sufren porque han pedido prestado dinero y no lo pueden devolver; algunas personas son infelices porque están casadas; otras porque no han encontrado a alguien para casarse.
De una u otra manera, todos sienten que les falta algo para ser felices, pero nadie quiere abandonar los apegos del mundo y vivir en el cielo''.
Éste es un cuento, pero ¿Cuál es la realidad?
Cuando tenemos problemas o alguna crisis, externamente decimos que queremos cambiar nuestra situación, pero nos falta tener la firme convicción y la confianza necesaria para cambiar nuestra vida.
(Tomado del Libro: La Joya de la Felicidad. 1986. Ajaib Singh)
Nos vemos en el próximo capítulo...
CUENTO MEDICINAL
EL LEÑADOR Y EL BOSQUE DE SÁNDALO
(Un cuento sobre la toma de decisiones)
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EL LEÑADOR Y EL BOSQUE DE SÁNDALO
(Un cuento sobre la toma de decisiones)
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En un reino muy muy lejano vivía un rey, que en una ocación se fue de cacería y se perdió. Al cabo de un par de días llegó a la cabaña donde vivía un leñador y como estaba muy sediento, le pidió que le diera de beber. El leñador le dio agua para que calmara su sed. Ustedes saben que alguien que tiene sed aprecia mucho a la persona que le da de beber, pues considera que le ha salvado la vida.
Por eso el rey se sintió muy complacido con el leñador y le dijo: ''Yo soy el rey y puesto que has salvado mi vida te daré algo muy valioso. Te obsequiaré un bosque de sándalo para que puedas llevar una vida sin pasar trabajos''.
Resulta que el leñador desconocía el valor de la madera de sándalo, por lo tanto no podía apreciar el regalo que había recibido. Él pensó que la madera sándalo era como cualquier otra y empezó a talar todos los árboles y luego los quemó para convertirlos en carbón y así venderlos en el mercado. Y de esta forma continuó ganándose la vida, tal y como lo había hecho hasta entonces.
Al cabo de un tiempo el rey necesitó un poco de madera de sándalo, así es que envió a algunas personas donde el leñador, pensando que él todavía tendría bastante cantidad de sándalo y que debería estar llevando una vida llena de comodidades; porque el sándalo era muy costoso. Pero aquellas personas enviadas por el rey se sorprendieron al ver que no quedaba ni un solo árbol de sándalo en pie y el leñador había convertido todo el bosque en carbón. De manera que le preguntaron a éste si tenía algún pedazo de sándalo, a lo cual respondió: ''No, no tengo nada; como pueden ver, corté todos los árboles, los convertí en carbón y luego los vendí; ahora no tengo nada''.
Pero como querían un pedazo de sándalo le preguntaron: ''¿No te quedó siquiera un pedazo? Él respondió: ''Hay un pedazo pequeño que utilizo como mango para mi hacha''. Entonces le compraron ese pequeño pedazo de sándalo y a cambio le dieron muchísimo dinero, y cuando él se enteró del gran valor de ese pedazo tan pequeño, se sintió muy mal y se dio cuenta que no había apreciado el sándalo que le fue regalado. Ni siquiera había apreciado su fragancia, había talado todos los árboles.
Dicen que aquel leñador se sintió muy deprimido por lo que había hecho y en ese mismo instante, en ese estado de depresión, murió.
Amigo lector recuerde que hay tres cosas que nunca vuelven: La flecha disparada, la palabra dicha y la oportunidad perdida.
(Tomado de la revista: Sant Bani, Julio 1990. Ajaib Singh)
Nos vemos en el próximo capítulo...
Por eso el rey se sintió muy complacido con el leñador y le dijo: ''Yo soy el rey y puesto que has salvado mi vida te daré algo muy valioso. Te obsequiaré un bosque de sándalo para que puedas llevar una vida sin pasar trabajos''.
Resulta que el leñador desconocía el valor de la madera de sándalo, por lo tanto no podía apreciar el regalo que había recibido. Él pensó que la madera sándalo era como cualquier otra y empezó a talar todos los árboles y luego los quemó para convertirlos en carbón y así venderlos en el mercado. Y de esta forma continuó ganándose la vida, tal y como lo había hecho hasta entonces.
Al cabo de un tiempo el rey necesitó un poco de madera de sándalo, así es que envió a algunas personas donde el leñador, pensando que él todavía tendría bastante cantidad de sándalo y que debería estar llevando una vida llena de comodidades; porque el sándalo era muy costoso. Pero aquellas personas enviadas por el rey se sorprendieron al ver que no quedaba ni un solo árbol de sándalo en pie y el leñador había convertido todo el bosque en carbón. De manera que le preguntaron a éste si tenía algún pedazo de sándalo, a lo cual respondió: ''No, no tengo nada; como pueden ver, corté todos los árboles, los convertí en carbón y luego los vendí; ahora no tengo nada''.
Pero como querían un pedazo de sándalo le preguntaron: ''¿No te quedó siquiera un pedazo? Él respondió: ''Hay un pedazo pequeño que utilizo como mango para mi hacha''. Entonces le compraron ese pequeño pedazo de sándalo y a cambio le dieron muchísimo dinero, y cuando él se enteró del gran valor de ese pedazo tan pequeño, se sintió muy mal y se dio cuenta que no había apreciado el sándalo que le fue regalado. Ni siquiera había apreciado su fragancia, había talado todos los árboles.
Dicen que aquel leñador se sintió muy deprimido por lo que había hecho y en ese mismo instante, en ese estado de depresión, murió.
Amigo lector recuerde que hay tres cosas que nunca vuelven: La flecha disparada, la palabra dicha y la oportunidad perdida.
(Tomado de la revista: Sant Bani, Julio 1990. Ajaib Singh)
Nos vemos en el próximo capítulo...
3_PARÁBOLA DEL SEÑOR VISHNU
(Un cuento acerca de la comprensión)
Hay una parábola de que el Señor Vishnu invitó a toda la gente, a buenos y malos, a las diosas, a los dioses y a los que no eran dioses. Los dioses vinieron y tomaron sus asientos, y los demás también vinieron y se sirvió un gran banquete.
El Señor Vishnu se levantó: ''Bueno, amigos míos, yo estoy muy contento de recibirles aquí. Todo es para ustedes, pero hay una condición: no deben ustedes doblar los codos para llevarse el alimento a la boca''.
Raro eso. Si uno no dobla los codos ¿Cómo puede comer?
Los que no eran dioses dijeron: "Está burlándose de nosotros, no nos deja comer". Se enfadaron y se fueron.
Ahora solo quedaban los dioses.
"Bueno, se dijeron, es el Señor Vishnu quien está diciendo eso y debe haber algún sentido, algún propósito tras lo que dice".
Entonces se les ocurrió lo siguiente: "Bueno, muy fácil. Que cada quien le pase el alimento a la persona que está al frente. Alimentémonos los unos a los otros".
...Y así todos se alimentaron cumpliendo la condición del Señor Vishnu.
Si quieres recibir algo, debes estar en disposición de ofrecerlo.
(Tomado del Libro: La luz de Kirpal. 1991. Kirpal Singh)
Nos vemos en el próximo capítulo...
El Señor Vishnu se levantó: ''Bueno, amigos míos, yo estoy muy contento de recibirles aquí. Todo es para ustedes, pero hay una condición: no deben ustedes doblar los codos para llevarse el alimento a la boca''.
Raro eso. Si uno no dobla los codos ¿Cómo puede comer?
Los que no eran dioses dijeron: "Está burlándose de nosotros, no nos deja comer". Se enfadaron y se fueron.
Ahora solo quedaban los dioses.
"Bueno, se dijeron, es el Señor Vishnu quien está diciendo eso y debe haber algún sentido, algún propósito tras lo que dice".
Entonces se les ocurrió lo siguiente: "Bueno, muy fácil. Que cada quien le pase el alimento a la persona que está al frente. Alimentémonos los unos a los otros".
...Y así todos se alimentaron cumpliendo la condición del Señor Vishnu.
Si quieres recibir algo, debes estar en disposición de ofrecerlo.
(Tomado del Libro: La luz de Kirpal. 1991. Kirpal Singh)
Nos vemos en el próximo capítulo...
4_EL TESORO OCULTO
(Un cuento sobre la confianza)
(Tomado del libro: Los caminos de la luz. 1984. Eva de Vitray Mayerovitch)
Nos vemos en el próximo capítulo...
Nos vemos en el próximo capítulo...
5_LOS CUATRO MONJES
(Un cuento sobre las dificultades en la convivencia)
Cuatro monjes decidieron caminar juntos en silencio durante un mes. El primer día todo fue estupendamente; pero, pasado el primer día, uno de los monjes dijo: "Estoy dudando si he cerrado la puerta de mi cuarto antes de salir del monasterio".
Y dijo otro de ellos: "¡Estúpido! ¡Habíamos decidido guardar silencio durante un mes, y vienes tu a romperlo con esta tontería".
Entonces dijo el tercero: "¿Y tú qué? ¡También acabas de romper el silencio!".
Y el cuarto monje dijo: "¡Gracias a Dios, yo soy el único que no hablé!".
Y tu, ¿Cuál monje eres?...
(Tomado del libro: La oración de la rana 1. 2004. Anthony de Mello).
Nos vemos en el próximo capítulo...
Y dijo otro de ellos: "¡Estúpido! ¡Habíamos decidido guardar silencio durante un mes, y vienes tu a romperlo con esta tontería".
Entonces dijo el tercero: "¿Y tú qué? ¡También acabas de romper el silencio!".
Y el cuarto monje dijo: "¡Gracias a Dios, yo soy el único que no hablé!".
Y tu, ¿Cuál monje eres?...
(Tomado del libro: La oración de la rana 1. 2004. Anthony de Mello).
Nos vemos en el próximo capítulo...
6_ZANAHORIAS, HUEVOS Y CAFÉ
(Un cuento sobre la fortaleza y la paciencia)
“Así como el oro debe pasar por el fuego para ser purificado, los seres humanos necesitamos pruebas para pulir nuestro carácter”
Había una vez una niña que se quejaba con su padre acerca de la vida. No sabía cómo seguir adelante y cansada de luchar, estaba a punto de darse por vencida. Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro.
El papá quien era un chef, la llevó a la cocina. Llenó tres ollas de agua y las puso sobre un fuego fuerte. Cuando el líquido estaba hirviendo, echó zanahorias en la primera olla, un par de huevos en la segunda y dos cucharadas de café en la tercera.
La hija esperó con impaciencia preguntándose qué era lo que estaba haciendo su papá. A los diez minutos él apagó el fuego, puso las zanahorias en un recipiente y los huevos en otro, coló el café y lo sirvió en una taza. Mirando a su hija le pregunto:
Le pidió que tocara las zanahorias: Estaban blandas.
Luego le dijo que rompiera un huevo: Estaba duro.
Por último le pidió que probara el café. Ella sonrió, mientras disfrutaba de la bebida.
Humildemente la joven pregunto:
¿Qué eres tú cuando la adversidad llama a tu puerta? - le preguntó el cocinero a su hija -.
¿Eres zanahoria, huevo o café?
(Tomado del libro: La culpa es de la vaca. 2002.
Nos vemos en el próximo capítulo...
Había una vez una niña que se quejaba con su padre acerca de la vida. No sabía cómo seguir adelante y cansada de luchar, estaba a punto de darse por vencida. Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro.
El papá quien era un chef, la llevó a la cocina. Llenó tres ollas de agua y las puso sobre un fuego fuerte. Cuando el líquido estaba hirviendo, echó zanahorias en la primera olla, un par de huevos en la segunda y dos cucharadas de café en la tercera.
La hija esperó con impaciencia preguntándose qué era lo que estaba haciendo su papá. A los diez minutos él apagó el fuego, puso las zanahorias en un recipiente y los huevos en otro, coló el café y lo sirvió en una taza. Mirando a su hija le pregunto:
- Querida hija ¿Dime que ves?
- Ella respondió displicentemente: Zanahorias, huevos y café.
Le pidió que tocara las zanahorias: Estaban blandas.
Luego le dijo que rompiera un huevo: Estaba duro.
Por último le pidió que probara el café. Ella sonrió, mientras disfrutaba de la bebida.
Humildemente la joven pregunto:
- ¿Qué significa esto papá?
- Estos tres elementos - explicó él - se han enfrentado a la misma adversidad, el agua hirviendo, y cada uno reaccionó en forma diferente.
¿Qué eres tú cuando la adversidad llama a tu puerta? - le preguntó el cocinero a su hija -.
¿Eres zanahoria, huevo o café?
(Tomado del libro: La culpa es de la vaca. 2002.
Nos vemos en el próximo capítulo...
7_LAILA Y RAMA
(Un cuento sobre la Fidelidad y los celos)
“Deberíamos amar a las personas y utilizar las cosas, pero usualmente utilizamos a las personas y amamos las cosas”.
Había una vez una pareja que se amaba tiernamente, Laila se llamaba ella, él Rama; pero eran demasiado pobres para poder casarse. Por si fuera poco, vivían en aldeas diferentes, separadas entre sí por un río lleno de cocodrilos.
Un día Laila se enteró de que Rama estaba gravemente enfermo y no tenía quien lo cuidara, de modo que sin pensarlo dos veces salió corriendo hacia el río y suplicó al barquero que la llevara al otro lado, advirtiéndole que no tenía dinero para poder pagarle.
Pero el malvado barquero le dijo que no, a menos que ella accediera a pasar la noche con él. La pobre mujer le rogó y le suplicó, pero todo fue en vano; hasta que, absolutamente desesperada por ver a su amado y ayudarlo, acabó aceptando las condiciones del barquero.
Cuando por fin se encontró con Rama, éste estaba a punto de morir. Pero ella se quedó cuidándolo durante tres meses, hasta que él recobró la salud. Un día, Rama le preguntó cómo se las había arreglado para cruzar el río. Ella incapaz de mentir a su amado, le contó toda la verdad.
Cuando él escuchó el relato, se puso muy furioso; porque valoraba más las virtudes que la vida misma.
Entonces, Rama echó a Laila de su casa y nunca más quiso volver a verla...
(Tomado del libro: La oración de la rana I.
Nos vemos en el próximo capítulo...
Había una vez una pareja que se amaba tiernamente, Laila se llamaba ella, él Rama; pero eran demasiado pobres para poder casarse. Por si fuera poco, vivían en aldeas diferentes, separadas entre sí por un río lleno de cocodrilos.
Un día Laila se enteró de que Rama estaba gravemente enfermo y no tenía quien lo cuidara, de modo que sin pensarlo dos veces salió corriendo hacia el río y suplicó al barquero que la llevara al otro lado, advirtiéndole que no tenía dinero para poder pagarle.
Pero el malvado barquero le dijo que no, a menos que ella accediera a pasar la noche con él. La pobre mujer le rogó y le suplicó, pero todo fue en vano; hasta que, absolutamente desesperada por ver a su amado y ayudarlo, acabó aceptando las condiciones del barquero.
Cuando por fin se encontró con Rama, éste estaba a punto de morir. Pero ella se quedó cuidándolo durante tres meses, hasta que él recobró la salud. Un día, Rama le preguntó cómo se las había arreglado para cruzar el río. Ella incapaz de mentir a su amado, le contó toda la verdad.
Cuando él escuchó el relato, se puso muy furioso; porque valoraba más las virtudes que la vida misma.
Entonces, Rama echó a Laila de su casa y nunca más quiso volver a verla...
(Tomado del libro: La oración de la rana I.
Nos vemos en el próximo capítulo...